¿ Qué hacer?
Si no puedo imaginar, paisaje más hermoso aún distante, distante, oculto en aquella senda escondida, en ese bailar de tu camino, en la fragancia de tu esencia, en tus silencios o en un torrencial arroyo de verbos, en la sombras con las que proyectas una historia inacabada, en tus ojos de luna creciente, en cada cráter una luz y tú qué amaneces al alba iluminándolo todo.
¿ Cómo ser?
¿ Cómo ser? ¿ Cómo debo ser?
Cuando imaginar, espacio más dulce, es mentira
¡MENTIRA!
¿ Dónde mirar?
Si lo tengo prohibido con una señal luminosa, pintada en mi camino, en esta sinuosa carretera que recorro con un coche hecho de sueños, con la carrocería llena de accidentadas lágrimas y los faros fundidos, donde frenar es tanto como golpear esa señal hasta hacerla pedazos y que no quede nada que fije miedos y angustias a un stop que luce como un árbol de navidad, con un pulso acelerando cuando estás junto a mí, cambiando de marcha y pisando a fondo y allí se quedan abulia y desidia allí se estanquen en las aguas de la contaminada charca de la indiferencia, que este escribiente no va a detener ni sus manos ni sus anhelos por su alma despedazada, no voy a resistirme a ser, a verte despertar, a verte tranquila descansar del dolor. Sea mi alma hecha de reconstruidos retales, cosida de reconstruidos pedacitos sea un retazal y convirtamos este frío infierno en un cálido manto de esperanza horizontal.
¿ Dónde ver, ir, estar?
Donde perdernos sea otro placer, donde juntos redactemos un código secreto de adjetivos para describir este libro con cimientos de algarabía, de alegría, de alborotados verbos clavados en todos los versos que te escribiré. Un árbol de verdes copas, de jubilo, de pasión desordenada con unas profundas y gruesas raíces que brotan sobre la tierra como venas sobre nuestra piel. Piel, tú ebúrnea piel, yo trémula caricia y nuestros cuerpos en pie ante aquel huracán severo y recto que arrasa con la verdad, que teme a la realidad de un deseo desbordando aquel barranco de sentires.
¿ Por qué escribir versos enamorados?
Porque alcanzar la paz sea sólo un suspiro de tus labios, porque reclinar la pausa sobre tu hombro sea una bufanda tejida de emociones, porque no sé como vivir más allá de tus idas y venidas. Porque no puedo soñar otro invierno donde el frío de la distancia se clave como un carámbano en mis costillas. Porque el deseo arde dentro y me lleva a cruzar cada derruido puente, cada seco cauce en tu busca.
¿ Por qué zarcear y jugar con palabras?
Porque los rasguños de andar enredados entre zarzas son mapas para encontrarte alegría, para crear sendas a partir de cicatrices, y los días se vuelvan dichosos juegos de niños ocultándose entre aquellas hiedras, o tras aquel ciprés solitario que preside el camino hacia una casa abandonada donde no vivía nadie y ahora moran un sinfín de pasiones.
¿ Por qué redactar estos párrafos errantes que nunca llegan a tus ojos de luna?
Porque vislumbrar un paraíso perdido de prístinas ramas de verdes cristales, vivos en una cueva infinita de versos enamorados. Si no son más que palabras vagabundas dentro de un botella en un embravecido mar, o ser aquella carta congelada en una escabrosa cordillera de interrogaciones. pero siempre quiero escalar sobre tus miedos para abrazarte y subir ahí arriba donde solo se ve un suelo de nubes un suelo que es un sueño de palpitantes besos.
¿ Por qué no abandonar?
Porque no entiendo, ya no comprendo. Las letras ni sus silabas. Ni su origen ni su fin. Incomprensible, indescifrable, borrosa. Torna Belleza lejos, lejos, torna difusa. Sin entonar tu rostro, sin sentir tu presencia, sin ser las huellas de tus pasos, sin redactar los salvajes latidos partiendo en dos las tristezas de mi pecho, porque no entiendo ya no comprendo las frases de otros labios, las letras ni sus sílabas todo inundado de tu luz, y yo trémulo escribiente latiendo párrafos esquivos. Escribo tu nombre escondido en cada pálpito, grabado a contraluz en cada tecla de un portátil donde siempre, siempre, siempre se escribe felicidad con las letras de tu nombre. En un ramo de enamoradas margaritas con síes en cada pétalo, con una sonrisa grabada en el dintel de la puerta de tu puerta y en el quicio una carcajada, cada vez que te veo.
Por el verbo de cuatro letras que late en mí, en casa respiración, a cada paso en cada punto y seguido, seguido tus labios y de ellos tus palabras. Por multiplicar cada sentimiento por si mismo y progresar hasta alcanzar los mil millones de besos, de labios y de estos tus palabras.
¡¿Cómo ser?! ¿ Cómo debo ser?
Si no puedo imaginar, paisaje más hermoso aún distante, distante, oculto en aquella senda escondida, en ese bailar de tu camino, en la fragancia de tu esencia, en tus ojos de luna creciente, en cada cráter una luz y tú qué amaneces al alba iluminándolo todo.
¿ Cómo ser? ¿ Cómo debo ser?
Cuando imaginar, espacio más dulce, es mentira
¡MENTIRA!
Cuando los días se pierden atravesados por el recuerdo. Cuando las noches permanecen atentas. Cuando aquel brillo en tus ojos ilumina los deseos. Cuando Aún suspiran una avalancha de emociones.
Porque no entiendo, ya no comprendo. Las letras ni sus silabas. Ni su origen ni su fin. Incomprensible, indescifrable, borrosa. Torna Belleza lejos, lejos, torna difusa. Sin entonar tu rostro, sin sentir tu presencia, sin ser las huellas de tus pasos, sin ti.
BELLEZA
no te comprendo belleza, no te siento, en otro Lugar sin su presencia, ¿ Qué hacer? ¿ Cómo ser? Si has definido la belleza con una armonía de acepciones cantando un arroyo que juega de alegría un frondoso bosque verde, una salvaje selva, un volcán de lava ardiente y un río que desborda sus aguas en trémulas y saladas lágrimas brotando de tus ojos de luna.
¡¿Cómo ser?! ¡¿Cómo debo ser?! Si no puedo Imaginar más hermosa belleza


Deja un comentario